lunes, 27 de abril de 2009

Dia 07 - El Desamparo


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Desamparo:
"Abandonar, dejar sin amparo ni favor a alguien o algo que lo pide o necesita"

Así fue que al fin salí a la calle a ver el mundo con los ojos vidriosos para convencerme definitivamente de que no tiene remedio. Escondí mis manos en los bolsillos, me sentí avergonzado al darme cuenta que poco podía hacer yo con ellas. Y divagué. Divagué pensamientos mientras caminaba y observaba el ambiente. Saqué conclusiones, busqué respuestas. Reproché discursos. Mis discursos!. Porque no sirven para nada. Nadie se detiene a oírlos. Porque para quienes no son "novedad", la "novedad" es un ciclo que se emite a diario por la "tele".

Es que el desamparo estrechó fuerte la mano con la indiferencia, y ese pacto que mantienen, nos hace ver tan pálidos, que ya nada me conmueve.
Lo que ayer te erizaba la piel, hoy ya no te inmuta. Perdimos el sentido de la cordura y vendemos la ética al mejor postor, porque de eso se trata, es eso lo que está en juego. La paradoja, la hipocresía, de creer en "independencias". Es una prisión. Y un suicidio para aquél que ose escapar de las garras de este mundo. Esa inquietud de pretender ser libres ya ha sido estrangulada hace mucho tiempo. Hoy sólo resta respirar la mejor bocanada que puedas conseguir, y guardartela bien adentro.

Y me río.

Me río de la mentira que acabo de comprar en el kiosko de diarios y revistas de la esquina. Me río de mi ingenuidad, de mi tonta pasión. Me río en mis adentros, claro. De otra manera, la gente pensaría que estoy loco. Y cuánta razón tienen. Me río de aquél mundo que supe imaginar mancomunado, lleno de arte, de música, de amor. Y de cómo comienza a desvanecerse, lentamente. Y de cómo me desvanezco yo con él. Porque él y yo solíamos ser uno, y ahora ya casi no somos nada. Es casi como pintar el mural de tus deseos, para ver luego como la realidad lo destruye con toda su crueldad. Esa realidad que es la mano de quiénes te aman y te odian.

Y me siento.

En el banco de la plaza, a reflexionar sobre cómo fue que llegué hasta aquí. Y cómo fue que vendiste mi ética al mejor postor. No lo sé, pero que bien se siente. Que bien se siente mirar la vida desde ese sitio tan pleno, tan impune. Ése pedestal imaginario que has creado para mí, que más bien es como un peldaño, porque nunca se está lo suficientemente por encima de los demás como para quedar conforme. Esas barreras, esos límites, para separar lo hermoso de lo detestable, lo bello de lo antiestético, lo virgen de lo pervertido, y así.

Es que la vida.

La vida te va empujando lentamente hacia la clandestinidad. Ese lugar inabarcable, lleno de pudorosas experiencias, de enseñanzas inhumanas, del sinsentido. La última puerta que queda abierta, siempre. Y a veces, la única.

Es que cuando hice mis trabajos para la escuela de manera descuidada, desprolija, cometiendo errores, olvidando datos, malinterpretando las consignas, con todo el desgano que mi cuerpo podía producir, deberían habermelos aprobado a todos!. Y digo: "A todos!". Deberían haberme dicho que, en la vida, las cosas estan planteadas de manera en que todo lo malo es bueno, y todo lo bueno es malo. El "Ying-Yang". No!. Ni siquiera. El mejor rating es para el programa más decadente, la mayor convocatoria es para el artista menos comprometido, el récord de taquilla se lo llevará la película más mediocre; el libro mas leído, el actor más premiado, toda esa zarta de giladas con factura y código de barra impreso en la parte posterior, y así, y así.
Porque la realidad indica que la vida estimula a los peores alumnos, y no debí nunca esforzarme por ser mejor.

Y abro mi diccionario.

Que siempre llevo conmigo. De bolsillo. Desvencijado, arruinado con el tiempo, pero aún, muy útil. Y no es que esté en un país extranjero, con otra lengua, que no me entiendo con la gente, o que ellos, no se entienden conmigo. Aunque a veces pareciera. Y nos jactamos de ser "civilizados". Hablamos, inclusive, de "civilización". Y busco. Y el que busca, nunca encuentra. Y entonces, leo:

"Civilización:
1. f. Estadio cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres."


Y lo arrojo.

Y lo arrojo, sí!. Ahí. Que se lo coma el pasto!. Ese pedazo de porquería, mal escrito, que se burla de mí en cáda página, como si no tuviese algo mejor que hacer. Hojas y hojas de palabras ambiguamente definidas, totalmente ajeno a la realidad. Quién redacta estas cosas evidentemente lo hace desde algun lugar fuera de este planeta y las imprimen acá, en Artes Graficas Rioplatense (AGR). O es un tipo muy cómico. Una de dos.

Y entonces.

Y entonces, me harto. Me harto. Me harto de la misma conclusión. Siempre. Me harto de refrescar en mi mente las palabras de María Elena: "El Mundo del Revés". No entiendo porque no me lo dijeron antes. Entrenarme para hacer exactamente lo opuesto, sigue sin estar en mis planes, pero, por cuánto tiempo más?
Habría que azotar a los mártires con más ligereza, para que aprendan más rápido que no conviene estar ahí.
Mejor es, ser el payaso del día, para llegar a casa más tarde, quitarse el traje, y releerse en el espejo, lo que verdaderamente somos. Ahí, en la semipenumbra, en esa clandestinidad. Y que pasen los dias, que pase la vida, y seguir releyendo para no olvidar. Y tarde o temprano, releer quiénes pretendimos ser, para más adelante, en el ocaso, olvidar por completo todas esas tonterías baratas que no nos llevan a ningún lado, y que nos estancan en el pántano ideológico de los imbéciles, de los que nunca se divierten, de los pálidos.

Y así.

Y asi me levanto y me alejo.
Me alejo de mí mismo. Lo dejo, como un retazo en aquél asiento público, como una pincelada mágica de un recuerdo que no deseo volver a ver. Y quizás, algun día, regrese para recogerme. Quizás, en el ocaso de mi vida, regrese para charlar con él. Mas no sea por un rato, para divertirme, para devolverle la sonrisa que no tuve, para encariñarme con él nuevamente, y que él, me enseñe sus motivos, sus aspiraciones, sus delirios de grandeza, y claro, que me devuelva la ternura por esa tonta pasión, y su mirada ingenua, esa que busca reconciliarse con un mundo hermoso que jamás supe tener.

Su mirada, la de los ojos vidriosos.

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